martes, 23 de abril de 2024
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  • 01
  • Jul 2016
Opiniones

Inversión Social: Falsa dignificación

INVERSIÓN SOCIAL: FALSA DIGNIFICACIÓN

“El Estado que empequeñece a sus ciudadanos para convertirlos en instrumentos más dóciles, aun para beneficiarlos, encontrará que con hombres pequeños nada se logra” John S. Mill

La frase me hace recordar que en una ocasión leí una publicación que decía que con la llegada de Sánchez Cerén, el gobierno estaba “dignificando a los pobres”. El comentario giraba en torno a los programas sociales. Me llamó la atención que vieran la dignificación individual en estrecha relación con programas sociales.

La lógica estatal de la inversión es dar a los pobres pan, pero dejarlos en la ignorancia; es reducir sus gastos a cambio solo de “ser pobre”. Es sustituir esfuerzo y superación personal por comodidad y conformismo. Porque su misión es empequeñecer al individuo y enaltecer al Estado.

La inversión es dar algo esperando que en algún momento esto se retribuya. Sin embargo, los programas y todas las “inversiones sociales” no están diseñados para tener un retorno social. Lo que busca es un retorno electoral. Pero esto, lo discuten muchos, y ojalá fuera solo ese el problema.

¿Cuántas veces hemos escuchado que el Estado debe hacerse cargo de los pobres, de los huérfanos, y de los adultos mayores? Muchas. Incluso quizás hemos sido de los que dicen que eso es algo que debe hacer el Estado. Pero no es cierto.

A raíz de las incalculables tareas que irresponsablemente le damos al Estado, éste se siente bueno y decide hacer inversiones millonarias con dinero que no le pertenece en acciones que no le corresponden, y que solo abonan a los problemas.

Así, vemos el caso que pretende “beneficiar a los ninis”, programas sociales inadecuados como un “niño una computadora”, vasos de leche, subsidios, etc. Con todas estas mal llamadas inversiones sociales que el Estado nos vende en campañas ostentosas, lo que realmente pasa es extensión estatal

Su crecimiento está íntimamente relacionado a cómo trata a los individuos. Partamos de la idea de que el bien común, que todos los políticos predican, no existe. ¿Cómo pretende el Estado saber qué es el “bien” para mí? Mis condiciones de bienestar diferirán mucho de alguien que vive en la calle, y de algún millonario. Lo cual nos asegura que el Estado no tiene la sabiduría de conocer qué es el bien común.

La inversión social es la forma sutil de anunciarnos que con nuestro dinero están marcando más terreno, están acomodando a cientos de personas que tienen la capacidad de salir adelante.

El problema es que como ciudadanos seguimos creyendo que “dignificar” a alguien depende de un programa social. Cuando en realidad la dignificación individual no se basa en regalías, se base en esfuerzo.

Su objetivo es que sintamos que somos tan pequeños que los necesitemos en todo. Que les pidamos más y les demos la autorización de entrar en todos los aspectos de nuestras vidas.Pero el individuo, en el contexto que se encuentre, tiene un potencial enorme, una creatividad invaluable. Su dignificación dependerá de eso.

Cada vez que nos hablan de una mal llamada inversión social, no solo está en juego el dinero por el que trabajamos, sino nuestra libertad. Para evitar esto, lo urgente es hacernos cargo de nuestra vida y lo importante es no pedir más.